domingo, 20 de enero de 2019

7 encantadores pueblos que se deben visitar en Cantabria

En esta ocasión vamos a mostrar siete pueblos de Cantabria que nosotros recomendamos visitar. Hay 102 municipios, todos con encanto, en esta preciosa tierra pero ... estos que te mostramos son encantadores.


1. POTES.


Es una localidad de la comarca de Liébana, la capital. Se ubica, a la altitud sobre el nivel del mar de 291m, junto a los Picos de Europa.
Potes es muy atractivo y pintoresco gracias a sus calles empedradas, a su arquitectura popular y al espectacular paisaje que forma el paso del río Quiviesa, el río Deva y las cumbres que lo rodean.



2. MOGROVEJO.


Es una pequeña aldea situada a 460m de altitud sobre el nivel del mar, pertenece al municipio de Camaleño, y forma parte de la comarca de Liébana.
Este pueblo se encuentra a los pies del Macizo Oriental de Picos de Europa, rodeado de excelentes senderos y bosques. Tiene el sabor de un pueblo tradicional, sus casas y estrechas calles parecen extraídas de una postal.



3. TRESVISO.


Es un pueblo situado a 637m de altitud sobre el nivel del mar y forma parte de la comarca de Liébana. A él se puede llegar andando desde Urdón (ruta) o a través de la localidad asturiana de Sotres.
El pueblo y la naturaleza, aquí, forma una simbiosis perfecta, regala unas vistas maravillosas hacia el valle de Urdón y las cumbres que lo rodean.
Lo mejor es un paseo por sus calles: observando sus casas de piedra y sus coquetos rincones, escuchando los cencerros de vacas y cabras, oliendo el humo de la leña y degustando su maravilloso queso.





4. CARMONA.



Se encuentra en el valle de Cabuérniga y se halla a 238m de altitud sobre el nivel del mar. El pueblo es muy pintoresco y con un gran encanto, destacando de manera especial sus bonitas casonas montañesas. Resalta de manera extraordinaria el espectacular paisaje por el que discurre el río Nansa y el sinfín de tonalidades verdes de los prados. 


5. SANTILLANA DEL MAR.



Se encuentra en la costa occidental y se halla a 82m de altitud sobre el nivel del mar. es conocida como la villa de las tres mentiras porque ni es santa, ni es llana y ni tiene mar.
Ademas de su increíble paisaje, casonas y calles ancladas en el pasado, la villa posee algunos edificios maravillosos, como la Colegiata de Santa Juliana, el Palacio de Mijares o el Palacio de Viceda.




6. BÁRCENA MAYOR.


Es una localidad del municipio de los Tojos. Se encuentra situada a 495m de altitud sobre el nivel del mar en el valle del río Argoza. Es un pueblo con una arquitectura rústica y tradicional maravillosa. Cuando recorremos sus calles empedradas podremos observar una estampa medieval muy bien conservada, nos podemos encontrar casonas montañesas con balconadas de madera. Todo ello rodeado de un arco natural muy bonito donde abundan los bosques.





7. LIÉRGANES.


Es una localidad de la comarca de Trasmiera y situada a 110m de altitud sobre el nivel del mar. La parte vieja de la villa se denomina "El Mercadil", incluye además de las casonas populares con balconadas de madera, el Palacio de Rañada o Cuesta-Mercadillo, La iglesia de San Sebastián, las casa de los Setién y los Cañones. Destaca también el balneario con su magnífica finca con arbolado de gran porte. Además, la localidad cuenta con un puente romano bajo las llamadas tetas de Liérganes, dos motañas (Marimón y Cotillamón).







Leyenda del Hombre Pez de Lierganes:
Hace muchos años, vivían en Liérganes un joven con tres hermanos, nacidos de la unión de D. Francisco de la Vega y Dña. María de Casar. A este joven le encantaba zambullirse en las aguas de río Miera, en el que pescaba pececillos que transportaba en una calabaza hueca. Dedicaba tiempo al estudio de los peces, sus movimientos y rutinas, ya que le fascinaba su condición que les permitía permanecer sumergidos durante tanto tiempo, llegando a realizar experimentos en el agua, imitando sus movimientos y hábitos alimenticios. Con el tiempo sus pulmones fueron aguantando más tiempo sin necesitar oxígeno, llegando el día en que ensimismado en la persecución de un grupo de pequeños salmones que bajaban de las montañas, notó un gusto acre alrededor de los labios, atisbó animales marinos hasta entonces nunca vistos por sus ojos y notó que no existía pared alguna que delimitara el río, al salir a la superficie quedó extasiado por la plenitud del mar y la belleza de la bahía de Santander; Tras esta experiencia regresó a su casa río arriba, su madre al verlo perlada de lágrimas por el dolor de creerlo ahogado, le reprendió ásperamente maldiciéndole de esta forma ¡Ojalá te hubieras quedado en el mar con los peces! y le buscó un trabajo que le evadiera de su obsesión para con el río.
Una vez su padre falleció, Francisco que era el nombre del mozo en cuestión, fue enviado a Bilbao a aprender el oficio de carpintero. La noche de San Juan del año 1.674, como es costumbre en Cantabria, se adentró en el río con unos amigos que decidieron echar una carrera aguas abajo, Francisco pronto demostró sus recién aprendidas habilidades y dejó pronto atrás al grupo. El resto, ya cansados regresaron a por las pertenencias con la certidumbre de que Francisco les rebasaría antes de llegar a tierra, al aterrizar incrédulos otearon en el horizonte un puntito que desaparecía en la línea del mar. Tras esperar hasta el anochecer abandonaron el lugar dándole por ahogado.
Cinco años mas tarde, ya se le había dado por desaparecido y muerto, cuando llegó la información de que en la Bahía de Cádiz, y tras varios avistamientos, unos pescadores habían descubierto una especie marina capturada con trozos de pan y unas redes, totalmente desconocida para ellos. Este hombre fue conducido al monasterio de frailes de San Francisco, ya que no consiguieron hacerle hablar. Solo un día, ya en el convento, le escucharon tartamudear la palabra Liérganes, nadie hubiera sabido su procedencia de no ser por D. Domingo de Cantolla, por aquel tiempo secretario del Santo Oficio de la Inquisición (oriundo de Cantabria) y un monje que volvía de Jerusalén y debía atravesar la península de sur a norte y de nombre Juan Rosendo, y que compadecido, decidió llevarlo de vuelta a su casa. Su madre le reconoció y le reacogió en su hogar. Durante un tiempo vivió tranquilo y nada parecía interesante para él, solía andar descalzo incluso a veces desnudo y no hablaba con nadie, pudiendo llegar a no comer durante días. Nueve años después de su regreso a casa y realizando la tarea de llevar una carta a Santander, al divisar la bahía, se cree que se arrojó al agua con un grito de frenesí y desapareció entre las olas para perderse y nunca más se volvió a saber de él.



Las fotos son de nuestra amiga Anjana Superandarina.

2 comentarios:

  1. Precioso, tenemos la suerte de tener estos maravillosos pueblos en esta infinita región cántabra. Por algo yo la pateo siempre que puedo y jamás me he aburrido contemplando sus paisajes..seguiré en el intento, para eso hay cuatro estaciones en el año y una foto de invierno nada tiene que envidiar a otra hecha en verano; eso sí, el otoño es mi preferida, por la gama de ocres que estalla en la naturaleza.

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    1. Parece mentira lo que cambia un paisaje con las estaciones. Lo cierto que es una provincia pequeña pero que tiene de todo.

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